viernes, abril 20, 2007

JUSTIFICANDO Y PROMETIENDO

Si hay algo que no me gustó del programa de ayer “Tengo una pregunta para usted” es, con diferencia, Mariano Rajoy (o Rajuá, que le pega más). No sufro de pérdida de objetividad, ni mucho menos, lo que ocurre es que el tipo me es literalmente repugnante (Puajjjjjj). Espero, por el bien y la salud de mi cutis, no encontrarme nunca, frente a frente, con el señor oposición; creo que la soltura con la que mueve la lengua al hablar puede incluso provocar una catástrofe natural de magnitud parecida a la de Nueva Orleans. No me gusta físicamente, que no es que no me guste su físico (que tampoco) sino que su sola presencia desencadena en todo mi cuerpo una reacción inmediata de encogimiento y aprensión. Mentalmente tampoco lo acepto. La madre naturaleza debería de haber sido más precavida. No soy una de Zapatero, mi físico y mi mente también se resienten ante su presencia, pero que no tenga rebaba suma puntos a su favor.

¿El programa? Precipitado. Me explico. Supongo que, muy a mi pesar, al final, en algún momento de la historia venidera, el PP acabará ganando las elecciones y, el señor Rajuá, se hará presidente. En ese futuro que no espero con demasiadas ganas, debería de haber tenido lugar la entrevista de ayer. Zapatero justificaba en la primera emisión del recién parido programa y Rajoy, ayer, prometía. Justificar no es lo mismo que prometer. Para prometer no se necesitan excusas porque nadie castiga por algo que todavía no se ha hecho y que además se pinta muy bonito y con muchos colores. Uno siempre espera el futuro con el corazón en positivo, mientras que el presente se sufre con mayor intensidad. Justificar es más chungo porque te hiere el orgullo. Zapatero se enfrentó a una masa resentida que le golpeaba con unos puños cargados de actualidad. Rajoy se enfrentó a una masa resentida que golpeaba con puños cargados de actualidad a la gestión de Zapatero o a los diferentes aspectos que derivan de la misma. No hubo igualdad de condiciones. Lo que ocurrió fue que en ambas entrevistas se plantearon preguntas referentes, en su mayoría, a la situación actual que todos padecemos, de la que Zapatero es responsable, si puede decirse así, y de lo que Rajoy se aprovechó. Si a todo esto le sumamos lo de ¿qué haría usted si fuera el presidente?, pues ya se deduce que a Mariano se lo pusieron a huevo. Lo bueno hubiera sido que Mariano respondiera ante la masa del mismo modo que ZP: justificándose. La cuestión es que, salvo en contadas ocasiones, no le forzaron, no padeció, no se sintió culpable porque las cosas pasan cuando el presidente es otro. Jugó con ventaja, en resumidas cuentas, porque el pueblo tiene una memoria de corto alcance (te quemas cuando quitas la mano, pero no sientes dolor casi cuatro años después de haberte quemado aunque tengas un recuerdo del dolor muy vívido).

En fin, estoy un poco confundida. Igual no tengo razón, por lo que, en tal caso, debería reconocer que medir a todos con el mismo rasero es lo justo. El resultado es que uno queda casi bien y el otro fatal. No sé. Estaría mejor pensar en un programa en el que se hiciera un Ajuste de cuentas, en el que todos los que hacen política respondieran ante la masa enfurecida por lo hecho, aunque esto no se enmarcara dentro de una rabiosa actualidad. Un programa en el que todos fueran culpables, en el que se les juzgara por el pasado o el presente, pero nunca por el futuro (como ha ocurrido en el juicio público de Rajoy) y en el que tuvieran que demostrar su inocencia.

En definitiva la idea es buena, pero no es justa. No me siento más cerca de ninguno de los dos entrevistados, no los conozco mejor, no veo su humanidad por ninguna parte pues, en cualquier caso, ahora parecen más marcianos que antes.